48 h en Mérida, México: cultura, cocina y ruinas antiguas
Las bellísimas playas son solo uno de los grandes atractivos de la península de Yucatán, en México; y cuando uno ya ha cumplido el cupo de sol y arena, Mérida, la capital cultural de la región, toma el relevo con su amplia oferta de museos, música en directo, ruinas mayas y una excelente cocina regional.
Y con Mérida designada Capital Americana de la Cultura en el 2017, el boom cultural tendrá más eco que nunca.
Día 1
Mañana: probar la comida local
El primer día en Mérida, la ‘ciudad blanca’ (llamada así porque antaño en ella predominaban los edificios de caliza blanca), se celebra con alguna delicia en Wayan’e, uno de los mejores sitios que hay en Mérida para desayunar. Que el viajero se tome su tiempo para disfrutar de la inmensamente popular torta castacán (un sándwich de tripa de cerdo frita) o para saborear una de sus deliciosas opciones vegetarianas, como los tacos con huevo, chaya y xcatic (chile picante de la zona).
Mediodía: absorber la cultura maya
Mérida, sala 4 del Gran Museo del Mundo Maya © www.granmuseodelmundomaya.com.mx
Con la tripa llena, dirigirse al norte de la ciudad para visitar el Gran Museo del Mundo Maya, un excelente museo dedicado a la civilización que antaño dominó el Yucatán y el sur de México. Alberga una gran colección de objetos muy bien conservados, incluida una icónica escultura chac-mool de Chichén Itzá (una figura reclinada que podría representar al dios de la lluvia, Chaac). Es el lugar ideal para conocer la cultura y la historia de los mayas antes de visitar lugares como Chichén Itzá.
Al salir del museo se puede echar un vistazo al peculiar diseño exterior del museo, que tiene la forma de un árbol sagrado, la ceiba, que, según los mayas, conectaba a los vivos con el inframundo y el cielo. Los autobuses que pasan por la Calle 60 paran en la entrada del museo.
Tarde: hora de la siesta
Es totalmente opcional, pero con el calor húmedo de Mérida resulta muy tentador dejarse caer en una hamaca y echar una cabezadita. Y si es una tradición, habrá que respetarla, ¿no?
Noche: cocina regional y el potente mezcal
Al caer la noche se puede ir al centro, a cenar y de copas. Para comer deliciosa cocina yucateca es buena idea ir a La Chaya Maya. Siempre está lleno, pero cuando uno prueba platos como el recado negro (guiso de pavo negro) o la sopa de lima, comprenderá el porqué. Está en La Casona, un precioso edificio colonial de estilo hacienda.
Mérida, sopa de lima, La Chaya Maya © www.lachayamaya.com
Después de cenar se puede pasar por la Fundación Mezcalería a tomar mezcal (un aguardiente de agave, como tequila ahumado) y escuchar música. Situado en un local ciclista de estilo retro, el mejor bar de mezcal de Mérida ofrece actuaciones de bandas locales y sesiones de Dj que pinchan desde ritmos de cumbia muy bailables a temas de música electrónica o indie. Y si la música no entona al viajero, ya lo hará el mezcal.
Día 2
Mañana: visita temprana a las ruinas
Ahora que el viajero ya conoce la historia maya, puede visitar Chichén Itzá, el yacimiento arqueológico mejor restaurado de Yucatán. Muchos de los misterios del calendario astronómico maya se entienden cuando uno comprende el diseño de los ‘templos del tiempo’ en este lugar, sobre todo el de la icónica pirámide El Castillo. Sus cuatro escalinatas tienen, cada una, 91 peldaños; si se les suma la plataforma superior el total asciende a 365, los días que tiene un año.
El Castillo, Chichén Itzá, este de Mérida © SerrNovik / Getty Images
Para apreciar Chichén Itzá en todo su esplendor, lo ideal es ir a primera hora, hacia las 8.00, antes de que empiecen a llegar los autobuses turísticos (al estar declarada ‘una de las nuevas siete maravillas del mundo’ se ha convertido en un lugar muy popular). Además de evitar a las multitudes, empezar tan pronto también ayuda a escapar del calor del mediodía.
Para llegar a Chichén Itzá, situado 120 km al este de Mérida, hay autobuses frecuentes que salen de la terminal principal de autobuses de Mérida en las calles 70 y 71. En Pisté (el nombre de la ciudad donde se halla el yacimiento), antes o después de visitar las ruinas, se puede comer algo rápido en los puestos de comida del extremo oeste de la ciudad, donde sirven deliciosos antojitos yucatecos por poco dinero, como papadzules (tortillas de maíz rellenas de huevo duro y bañadas en salsa de tomate con pipas de calabaza).
Tarde: nutrirse de cultura
De nuevo en Mérida, se puede ir a comer a Manjar Blanco, un restaurante familiar que elabora cocina yucateca con un toque contemporáneo. Las tortillas tropicales (plátano macho frito con cerdo ahumado) son deliciosas, y los aficionados al dulce disfrutarán con el manjar blanco (un postre a base de crema de coco).
Mérida, Plaza Grande © Sam Camp / Getty Images
Después se puede ir a Plaza Grande, la bonita plaza del centro, a la sombra de los árboles del laurel. Mérida ha sido la capital cultural de Yucatán desde tiempos coloniales, y aquel espíritu pervive en esta plaza y sus alrededores, donde es posible ver danzas folclóricas y conciertos por las tardes, murales espectaculares, arquitectura refinada en el Palacio de Gobierno y una excelente colección de arte local en el Museo de Arte Contemporáneo.
Noche: un paseo nocturno y unas copas
Cuando cae el sol y el calor remite se puede ir a pasear por el norte del centro, a lo largo del Paseo de Montejo, una amplia avenida famosa por sus elegantes mansiones del s. XIX. La influencia arquitectónica y social europea está muy presente en toda esta calle, donde vivían las familias más ricas de la ciudad en aquella época. Hoy en día todo son bancos, restaurantes y bares.
Unos 2,5 km al norte de Plaza Grande, a lo largo del Paseo, se llega al Monumento a la Patria, cerca del bar al aire libre Cubaro, en cuya terraza se puede tomar unos mojitos. Es un buen sitio donde terminar una visita relámpago a Mérida, la ciudad más vibrante de Yucatán.
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