Tribus, senderismo y puentes en los árboles en Meghalaya, el nuevo parque de aventuras de India
Llueve sobre el altiplano calizo que se eleva sobre el delta del río Brahmaputra, al noreste de India. Son gotas grandes y pesadas, que se cuelan por el cogote y descienden hasta las mangas del chubasquero. Y, a juzgar por el muchacho que vende corteza de canela y vainas de cardamomo en uno de los miradores más famosos de la zona, esto es de lo más normal. “¡Siempre llueve en Meghalaya! ¡Por eso es un sitio tan bonito!”
La afirmación es un poco exagerada. En comparación, los meses de invierno en Meghalaya son secos, pero durante el monzón, este estado poco visitado del escarpado noreste de India es el lugar más húmedo del planeta. La aldea cimera de Mawsynram registró 11 872 mm (casi 12 metros) de precipitación de lluvia en un año, y se nota. El paisaje, aunque verde y exuberante, tiene la misma calidad saturada que los highlands escoceses, por lo cual los colonizadores británicos describían Meghalaya como ‘la Escocia de Oriente’. Los lugareños tienen sus técnicas para lidiar con la lluvia; cuando las nubes envuelven las colinas, los agricultores trabajan en los campos protegidos con sombreros de juncos y médula de banano que parecen conchas de tortugas gigantes.
¿Y por qué viajar hasta aquí si llueve tanto? Además de para poder decir que se ha visitado el lugar más húmedo del mundo –que, en parte, inspiró el famoso libro de viajes Chasing the Monsoon, de Alexander Frater–, porque Meghalaya se está labrando una buena reputación como parque de aventuras natural; es un magnífico destino para el excursionismo, la espeleología, el barranquismo y los encuentros tribales. Gracias a la geografía natural de los montes Garo, Khasi y Jaintia, cuyas suaves rocas calizas se han ido transformando en gargantas ocultas, cavernas sinuosas y acantilados de vértigo tras millones de años de precipitaciones.
Shillong, el corazón escocés de India
El clima lluvioso no es lo único que hace que Meghalaya parezca un trocito de Escocia transportado a los montes indios. La pasión local por el tartán se debe, en teoría, a los misionarios británicos, y hombres y mujeres de la tribu khasi, el mayor colectivo adivasi de esta parte de Meghalaya, se abrigan con chales de tartán que recuerdan a los terriers escoceses, las galletas de mantequilla y a los largos paseos por los glens. La catedral de imitación Tudor de Shillong, los lagos con botes y los bungalós coloniales con tejados metálicos, también tiene algo que ver con el parecido.
El mejor sitio para adentrarse en el corazón tribal de Shillong es el caótico Iew Duh market; un haat (bazar) de pueblo a gran escala. En el interior de este enorme remolino de humanidad, los khasi de todo el estado se reúnen para regatear por rollos de tela, frutas y hortalizas, ranas comestibles, trampas para peces, nueces de areca, cestos, y arcos y flechas de bambú. El tiro con arco es una obsesión meghalayana, y los encuentros de thoh tim, o teer –donde los arqueros lanzan todas las flechas que pueden a un bloque de madera y los espectadores apuestan por los resultados en función de la interpretación de sus suelos– tienen el ambiente de una fiesta de pueblo.
Pero quizá lo más emocionante de Shillong es el viaje desde las llanuras de Assam, con curvas vertiginosas y magníficas vistas del valle del Brahmaputra. En realidad, el viaje es más espectacular en helicóptero: es un trayecto de media hora sorprendentemente barato desde el pequeño y eficiente aeropuerto de Guwahati hasta un prado rodeado de pinos, la zona de aterrizaje del Eastern Air Command HQ de Shillong.
Cascadas, misiones y megalitos
A pesar de los guiños escoceses, fueron los galeses quienes ejercieron una mayor influencia cultural en Meghalaya. Antes de la llegada de misioneros extranjeros, los khasi eran un pueblo animista que adoraba a una figura materna ancestral en montones de rocas que no desentonarían en las Hébridas Exteriores, pero tras la llegada del predicador galés Thomas Jones a Sohra (también conocida como Cherrapunjee) los khasi enseguida se convirtieron al cristianismo. Sin embargo, algunas tradiciones tribales perduran, incluidas la lealtad acérrima entre clanes y los sacrificios de gallos y cabras por los pecados de la humanidad. La colección de megalitos más impresionante se halla en Nartiang, en los montes Jaintia, donde también se encuentra un antiguo templo durga en el que antaño se realizaban sacrificios humanos (las cabezas cortadas se dejaban caer por un conducto calizo secreto hasta un río subterráneo).
Hoy Sohra es famosa por sus espectaculares cascadas, que caen sobre enormes acantilados por todo el pueblo. Las más impresionantes son Nohkalikai Falls, que emergen de un barranco boscoso y caen 340 m a lo largo de una pared de roca; durante el monzón, el caudal de agua que se precipita al abismo es 20 veces mayor y el ruido resulta ensordecedor. El camino es complicado, y muchos visitantes prefieren ver la cascada desde lejos, desde el mirador de las afueras de Sohra. Si al viajero le apetece hacerlo así, Mawsynram, el pueblo más húmedo del planeta, está a un corto trayecto de taxi al oeste de Sohra. En las colinas que rodean la ciudad hay sombríos cementerios de cruces de hierro, rocas en ángulos curiosos y las escuelas de tejado metálico fundadas por los misioneros galeses.
La cultura khasi
Las tradiciones khasi atraen visitantes a Meghalaya. A pesar de convertirse al cristianismo, los khasi conservan su tradición matrilineal, por la cual los bienes y los apellidos pasan de madres a hijas; y los hombres, tras el matrimonio, pasan a vivir con los parientes de la esposa. Las fiestas khasi son muy animadas, con danzas multitudinarias en trajes tradicionales frente a la casa del jefe de la aldea para celebrar las cosechas y la mayoría de edad de los jóvenes. A pesar de celebrarse a 15 km de Shillong, la danza Nongkrem de la aldea Smit tiene todo el boato de un festival pagano rural, con sacrificios de cabras y de un gallo para aplacar a la diosa madre.
Quizás la tradición khasi más famosa sea la creación de los ‘puentes vivos’, tejidos con las raíces aéreas de enormes higueras de la jungla por generaciones de lugareños. Varias de estas impresionantes maravillas naturales, incluido un puente de dos pisos, pueden visitarse en una complicada excursión por los senderos centenarios que usan los aldeanos que van a vender nueces de areca en Shillong. Los mejores puntos de acceso son las aldeas de Mawshamok y Tyrna, al sur de Sohra. En los montes Khasi hay más puentes de estos, que recuerdan a El señor de los anillos, incluidos los del exquisito Mawlynnong, considerado el pueblo más limpio de Asia, al que se llega desde Dawki, en la frontera con Bangladesh.
Para subir la adrenalina es buena idea practicar barranquismo en los cañones que atraviesan el altiplano de Meghalaya. Cada vez son más los operadores locales que ofrecen actividades en las movidas gargantas que apuntan al sur, hacia Bangladés, desde los montes que rodean Sohra. Las mismas lluvias que excavaron las gargantas ocultas de Sohra se abrieron paso en las profundidades, formando enormes redes de cuevas bajo el altiplano. Hay más de 150 inquietantes krem (cavernas) que horadan el lecho calizo de los montes Jaintia, incluida Krem Liat Prah, la cueva más larga de India, que se extiende al menos 25 km bajo la cordillera Shnongrim. Los operadores de Shillong organizan circuitos de espeleología, pero solo de noviembre a abril; durante el monzón las lluvias transforman las cuevas en violentos ríos subterráneos.
Cómo llegar
Shillong es fácilmente accesible en autobús o helicóptero desde la capital del estado de Assam, Guwahati, a donde llegan trenes y vuelos de toda India. En Meghalaya el transporte es por medio de autobús, helicóptero o todoterreno. Es posible ir desde Meghalaya hasta Bangladés por el paso fronterizo de Dawki. Para ver las cascadas en todo su esplendor, es buena idea viajar en época de monzón, de mayo a septiembre.