Actividades únicas y veraniegas para disfrutar de 10 destinos europeos
El viejo continente está lleno de lugares recónditos, experiencias increíbles, leyendas... Los autores de Lonely Planet han seleccionado las 10 mejores experiencias veraniegas europeas.
Si los planes del viajero es ir a uno de estos 10 países, es importante leer la normativa que cada uno de ellos aplica en la reapertura al turismo. A continuación de cada experiencia, se encontrará información relativa a este tema.
1. Observar las nubes de verano más bellas en Masuria, Polonia
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La hermosísima región de la llanura lacustre de Masuria no tiene límites precisos; otro tanto debería poder aplicarse a cualquier tiempo de vacaciones que se pase en este idílico humedal de Europa. Sus bosques y prados son un magnífico escenario para no hacer nada y, más tarde, descansar. Contra el aburrimiento se puede alquilar una bicicleta o una piragua. O bien visitar alguna de las bonitas ciudades de la zona, como Giżycko, Mikołajki o Pisz. Antaño Masuria formaba parte de la Prusia Oriental, por lo que en la región hay una importante huella alemana.
2. Girar en las alturas nórdicas de Malmö, Suecia
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El primer rascacielos del mundo que gira sobre sí mismo (también el mayor edificio de toda Escandinavia) es aquí, en la frontera con Dinamarca, una auténtica atracción. Los suecos no es que estén muy convencidos con este experimento juguetón del arquitecto español Santiago Calatrava, pero los visitantes foráneos, europeos y no europeos, llegan en tropel para echar un vistazo al sinuoso gigante de hormigón, el Turning Torso. El contrapunto está en la Gamla Staden de Malmö, la ciudad vieja, con sus casas de madera y adobe, su antiguo ayuntamiento y sus idílicos jardines.
3. Sentir la soledad en estado puro en el Parque Nacional de Thingvellir, Islandia
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Tras las atronadoras cascadas, los barrancos y los ríos, hay más significado histórico del que se diría a primera vista. En la explanada de Thingvellir, cerca de la visitadísima garganta de Almannagjá, en el año 930 los vikingos se reunieron en las primeras asambleas democráticas. El Althing se considera el Parlamento más antiguo del mundo. Hoy, aquí, en el Parque Nacional de Thingvellir, el poder descollante de la libre naturaleza induce a cavilaciones filosóficas sobre la convivencia humana.
4. Ir en bicicleta por pequeñas playas de las islas Lofoten, Noruega
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¿Perdón? ¿Montar en bici en las Lofoten, que no tienen más que montes? Vamos a ver: una montaña se puede circundar. Sí, también aquí: en este pintoresco archipiélago junto a la costa de Noruega. Por pequeñas carreteras, vías cicloturistas o, si no hay más remedio, por carreteras principales, los ciclistas van encontrando ovejas, verdes despeñaderos y coloridas casas o grandes iglesias de madera. Y luego está el mar, que resplandece en el más hermoso azul… cuando no llueve.
5. Ir a la playa más hermosa del mundo en las islas Cíes, Galicia, España
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Los romanos las llamaban «islas de los Dioses», y quien visite este archipiélago del noroeste de España, frente a la costa gallega, difícilmente les llevará la contraria. De hecho, aquí descubrirá la playa más hermosa del mundo, la playa de Rodas: el amplio arco de arena que conecta dos de las islas Cíes, en el Parque Nacional das Illas Atlánticas, es uno de esos tesoros de España todavía sin masificar. Todavía… Este reino de aguas cristalinas, fina arena blanca, vastas dunas y verdes pinares se va haciendo cada vez más famoso. De ahí que exista una restricción: para entrar se debe solicitar un permiso por internet a la Xunta de Galicia.
6. Hacer senderismo de ensueño en la GR20, Córcega, Francia
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Escabrosas peñas, un cielo azul intenso, un mar resplandeciente… El GR20 (Grande Randonnée 20) de esta isla montañosa próxima a Italia, promete el paraíso senderista en Europa (y en la Tierra); pero, por muy paradisíaco que suene, así es. En los trechos más altos suele haber nieve todavía en verano y, para el escarpado y salvaje interior de la isla, realmente es necesaria experiencia en el trekking. Quien confíe en sus piernas y no tenga vértigo, podrá disfrutar sin cortapisas de las 15 etapas, con un desnivel total de 12 500 metros.
7. Asistir a unos solos de guitarra, pero sin guitarra, en el torneo mundial de Air Guitar, Oulu, Finlandia
© Airguitar Media - Photograph by Juuso Haarala
Make air, not war: a juicio de los organizadores, si todo el mundo se dedicara a tocar la air guitar, la guitarra imaginaria, tendríamos un mundo en paz. Todos los años, el mes de agosto, acuden a la ciudad finesa de Oulu montones de visitantes de todo el mundo para presenciar la espectacular copa del mundo de Air Guitar. La cosa está muy reñida y el nivel es altísimo; pero el auténtico dislate no es tanto el hecho en sí de que la gente toque sobre el escenario un instrumento que no existe, sino que al campeón mundial le dan de premio una guitarra eléctrica de verdad.
8. Disfrutar de la música en la cueva de Baradla, una sala de conciertos impresionante en Aggtelek, Hungría
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El sistema de galerías de la cueva de Baradla, de 25 kilómetros, llega hasta Eslovaquia y está entre las atracciones naturales más famosas de Hungría. Algunas zonas se caracterizan por sus estilizadas estalactitas, mientras que otras las atraviesan ríos y lagos subterráneos. No habría que dejar de ir a alguno de los conciertos de música clásica: en esta cueva se ha montado una auténtica sala, con un escenario de paredes de estalactitas maravillosamente iluminadas.
9. Recorrer curvas legendarias, transitables en verano, del Puerto de Furka, Suiza
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Todo el mundo conoce esta carretera. ¿O es que hay alguien que no recuerde a Sean Connery, en James Bond contra Goldfinger, a toda velocidad en su Aston Martin plateado por el puerto de Furka? Desde entonces (1964), este trayecto de 40 kilómetros entre los cantones de Uri y del Valais se ha ensanchado y se ha hecho tremendamente popular para excursiones de fin de semana, ciclistas profesionales o motoristas. Como alcanza los 2429 metros, hay que esperar un poco hasta que se levantan las barreras con el verano; entonces puede circularse libremente por una de las carreteras panorámicas más famosas de Europa. Las vistas del glaciar del Ródano desde el Hotel Belvedere son inolvidables.
10. Dejarse llevar por sonidos electrónicos que trasportan a otro mundo en Tomorrowland, Boom, Bélgica
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Aquí todo es futuro. Este festival de música electrónica, que se celebra en el parque de ocio De Schorre, en la pequeña ciudad de Boom, el más grande del mundo, realmente es algo aparte. En el 2019 acudieron a su 15º aniversario 400 000 amantes de esta música, quienes en un decorado futurista escucharon techno, drum & bass, house, trance y bigroom. Cada año exhiben en el Tomorrowland su arte los más grandes de la música electrónica.
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