Kazajistán

Escrito por
Lonely Planet

3 Septiembre 2024
3 min de lectura
© Pavel Svoboda Photography/Shutterstock
Pastores nómadas y sus venerados caballos kazajos acampan en las estepas bordeadas de montañas.
Kazajistán no es solo un lugar que visitar; es un mundo al que entrar, un viaje que emprender y una historia de la que formar parte, con fantasmas de la antigua Ruta de la Seda susurrando por las vastas estepas que rodean las ciudades. La aventura empieza en la cosmopolita Almaty, para luego recorrer las abruptas y salvajes montañas y la estepa, donde se pueden visitar centros espaciales de la era soviética y antiguas ciudades comerciales a través de un país aún ignoto. 

Imprescindible 

  • Cenar en Auyl, en las afueras de Almaty, donde se fusionan diseño, historia y cocina neonómada. 
  • Visitar las dunas cantoras, de 3 km, del Parque Nacional de Altyn-Emel y escuchar el sonido que emiten la arena y el viento. 
  • Probar beshbarmak, un plato festivo elaborado con caballo o cordero en el restaurante Bozjyra, en Shymkent. 
  • Participar en los festejos del Novruz (o Nowruz), el Año Nuevo persa, que coincide con el equinoccio de primavera. En todas partes hay festejos, pero los de Astaná son los mejores. 
Image
Gran lago glaciar de Alma Ata bajo los picos nevados de las montañas Tian Shan. Cavan Images/Getty Images ©

Gran lago glaciar de Almaty bajo los picos nevados de las montañas Tian Shan. Cavan Images/Getty Images ©

Al este 

"Los trenes por esta zona iban de este a oeste y de oeste a este". Hay que dejarse inspirar por las palabras de Chinguiz Aitmátov, uno de los autores más influyentes de Asia Central, y viajar por Kazajistán en tren. 

Almaty, la antigua capital, está rodeada de montañas y mantiene la esencia del legado soviético de Kazajistán en sus barrios, conocidos como microdistritos. En ella se puede caminar por el bullicioso bazar Verde, admirar la intrincada arquitectura de la catedral de Zenkov y escuchar la llamada a la oración desde los minaretes de la mezquita Central. Al salir de Almaty, se recobra el contacto con la naturaleza. En un todoterreno se visita el cañón de Charyn, con sus formaciones rocosas de 12 millones de años. Luego se va al denso bosque del Parque Nacional de los Lagos Kolsai. Si atrae lo misterioso, las barkhan, las dunas cantoras del Parque Nacional de Altyn-Emel, ofrecen una sinfonía sobrenatural creada por la naturaleza.

Image
Cañón de Charyn. Lizavetta/Shutterstock ©

Cañón de Charyn. Lizavetta/Shutterstock ©

La capital kazaja, Astaná, es conocida por su arquitectura deslumbrante y ultramoderna, pero también ofrece visitas culturales, como el teatro, el Museo Nacional o la antigua casa del poeta Saken Seyfullin. 

En las tierras salvajes del Parque Nacional de Katon-Karagai, en el extremo oriental del país, se pueden explorar a caballo exuberantes valles y montañas cerca de las fronteras con Rusia y Mongolia. En el año 2021, una cámara captó al raro leopardo de las nieves, que aún habita en el parque.  

En el centro 

Se puede conocer la historia de la carrera espacial soviética en el cosmódromo de Baikonur (previo permiso), aún en funcionamiento. Incluso es posible reservar un circuito de cinco días previos al día de un lanzamiento (hay unos cuatro al año). 

Image
Zenkov, la colorida catedral ortodoxa rusa de Alma Ata, data de la era zarista. Pikoso.kz/Shutterstock ©

Zenkov, la colorida catedral ortodoxa rusa de Almaty, data de la era zarista. Pikoso.kz/Shutterstock ©

En el sur, cerca de la frontera con Uzbekistán, Shymkent es un antiguo cruce de caravanas. Hoy es la tercera mayor ciudad de Kazajistán, conocida por su comida. En ella hay que admirar el arte callejero en Suleymenova y, en abril y mayo, las montañas cubiertas de tulipanes al sur de la ciudad, donde también se disfruta de chachlyk (kebabs) y aire fresco. A los excursionistas les encantarán las muchas pistas del Parque Nacional de Sairam-Ugam, donde, al despertar, quizá vean animales salvajes como ciervos pastando cerca de las tiendas. 

Se vuelve a tomar el tren para ir a Turkestán, una ciudad con un fuerte legado sufí. Sus mezquitas y mausoleos atraen a muchos peregrinos y lucen un estilo similar al de las ciudades de la Ruta de la Seda de Samarcanda y Bujará, en Uzbekistán. 

Image
Comida tradicional kazaja. Hihitetlin/Shutterstock ©

Comida tradicional kazaja. Hihitetlin/Shutterstock ©

Al oeste 

De camino el mar Caspio se descubre la ciudad de Aktau, un lugar curioso, arenoso, con olor a gas en el aire y flanqueado por tierras baldías. Se pasea por la orilla del mar, se observa el estilo callejero local y se come donde lo hacen los lugareños, en el jardín del restaurante Caravan. Cerca de Aktau se halla la Reserva de Ustyurt; en la profunda estepa desierta, pilares de piedra caliza y tiza en tonos rosas, azules y blancos se elevan cientos de metros. Se avistan manadas de antílopes saiga kazajos, gacelas persas y esquivos muflones. 

Actualmente todo lo que queda de esta antaño ajetreada etapa de la Ruta de la Seda son las ruinas de Shakhr-i-Vazir, el caravasar de Beleuli y la fortaleza de Allan, además de mausoleos y mezquitas subterráneas.

Tienda

Un recorrido por más de 200 libros de viaje para descubrir todos los países del mundo.