Esmirna, Turquía

Escrito por
Autores de Lonely Planet

3 Agosto 2023
3 min de lectura
© AylinGuneyiPhotograpy/Shutterstock
Ágora de Esmirna.
Esmirna, ciudad orgullosa de vivir la buena vida, a menudo queda eclipsada por Estambul, pero su ubicación junto al mar, su fresca cocina egea y la mezcla de patrimonio redescubierto y cultura contemporánea son méritos para darle protagonismo. Un animado barrio antiguo de bazares, un popular festival de música y danza, nuevos centros artísticos y culturales, una floreciente región vinícola y el fácil acceso a bellas playas y ruinas antiguas son algunas de las razones para visitarla antes que nadie.
 

¿Qué no te puedes perder?

  • Comer pescado fresco junto al mar en Balıkçı Hasan, Deniz o Veli Usta.

  • Descubrir el histórico barrio comercial de Kemeraltı, con tiendas de todo tipo.

  • Ir al Festival Internacional de Esmirna, con escenarios únicos como la antigua ágora romana.

  • Beber vinos locales de pequeños viticultores en las colinas de Urla.

 

Es la tercera ciudad más grande de Turquía y goza de un ambiente tranquilo y cordial que en los últimos años ha atraído a residentes lejos de la ajetreada Estambul. Sin embargo, sus encantos aguardan a ser descubiertos por la mayor parte de los turistas que, si conocen la ciudad, es como puerto de paso de cruceros o puerta de entrada a las ruinas griegas y romanas de Éfeso.

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Antiguo teatro griego de Éfeso. Nejdet Duzen/Shutterstock ©

Antiguo teatro griego de Éfeso. Nejdet Duzen/Shutterstock ©

El corazón de Esmirna es el kordon, una explanada de 1,7 km de largo a lo largo de una amplia bahía por donde pasean y juegan los vecinos en los 300 días de sol de los que presume la ciudad. Comer (y beber) bien es aquí una forma de vida, y los esmírneos sienten especial pasión por los platos elaborados con el aceite de oliva de la región, además de una amplia variedad de hierbas aromáticas egeas y otros vegetales (cuyo nombre colectivo es ot). La cocina combina influencias de las comunidades griegas, levantinas y judías que predominaban en la ciudad antes de que quedara devastada por la guerra y un colosal incendio en 1922.

 

Lo antiguo y lo contemporáneo

La mayor parte de la ciudad tuvo que reconstruirse tras el incendio, por eso tiene hoy un aspecto tan moderno, pero poco a poco Esmirna redescubre su historia. Algunas de las nueve sinagogas que antaño daban servicio a congregaciones del céntrico barrio de mercados de Kemeraltı se están restaurando, y hay nuevas excavaciones en marcha en la vecina ágora romana y en Kadifekale, un castillo cimero del s. III a.C. Un antiguo teatro recién descubierto entre el ágora y el castillo abrirá sus puertas al público, al menos de forma parcial, en el 2024.

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Ágora romana de la antigua Esmirna. Uskarp/Shutterstock ©

Ágora romana de la antigua Esmirna. Uskarp/Shutterstock ©

La cultura contemporánea de Esmirna también cobra impulso, con jóvenes artistas que abren sus estudios y centros de arte independientes como Darağaç y Çatı Açık Sanat Alanı en el antiguo barrio industrial de Umurbey, tras la estación de trenes Alsancak. Se suman a otros espacios culturales más consolidados, como el K2 Contemporary Art Center, en el moderno barrio de Alsancak, y el Arkas Art Center, en una mansión centenaria del paseo marítimo. Una antigua fábrica de Alsancak se ha reconvertido en un centro artístico y cultural, y hay otro en camino. También se prepara la inauguración de una Bienal Mediterránea. 

 

Ruinas romanas, buen vino y playas solitarias 

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Panadería de Anafartalar Caddesi. Hatice Bakcepinar/Shutterstock ©

Panadería de Anafartalar Caddesi. Hatice Bakcepinar/Shutterstock ©

Por amplia que sea la oferta actual en Esmirna, su ubicación también la convierte en una excelente base para explorar todo lo que ofrece la región. Las impresionantes ruinas de Éfeso, junto con el pueblo cimero de Şirince, las atracciones históricas de Selçuk y los viñedos Yedi Bilgeler están a solo 1 h de coche hacia el sur. Al norte está el İzmir Bird Paradise, una reserva natural de humedales donde viven más de 200 especies de aves, incluidos flamencos, cigüeñas y pelícanos, además de la bucólica localidad costera de Foça.

Al oeste las penínsulas de Urla, Çeşme y Karaburun se adentran en el mar Egeo, casi tocando la isla griega de Quíos. Sus sinuosas costas están llenas de pequeñas playas y pueblecitos. Alaçatı es un destino surfista repleto de hoteles-boutiques chics y restaurantes selectos, mientras que Çeşme tiene un ambiente más sencillo y familiar, y Urla ofrece una ruta vinícola y un emergente panorama artístico y artesanal.

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