Bután

Escrito por
‪Galey Tenzin, autor de Lonely Planet

14 Noviembre 2022
13 min de lectura
© DUCOIN DAVID/Getty Images
Campo base en Timbu.

Por qué recorrer la Ruta Transbutánica

La Ruta Transbutánica (Trans Buthan Trail) es una antigua ruta a través de los Himalayas que sigue los pasos de nuestros ancestros. Durante cientos de años esta ruta fue utilizada por peregrinos, mensajeros, ejércitos y comerciantes; y hasta la década de 1960 fue la única vía para viajar y comunicarse con el resto del país. Después de que, tras esa década, Bután iniciara un proceso de desarrollo planificado, se construyó una autopista nacional y la ruta cayó en desuso. Bajo el auspicio del rey de Bután, la Bhutan Canada Foundation junto con el Consejo de Turismo de Bután y otros socios locales trabajan para restaurar y reconectar esta ruta histórica. Con motivo de la inauguración de la ruta restaurada, en septiembre del 2022 se celebró un evento nacional por el cual 24 scouts, uno de cada dzongkhag (distrito) y cuatro de cada thromde (ciudad), en representación de todo el país, recorrieron la ruta entera como muestra de unidad nacional. Yo lideré aquella caminata a lo largo de los 403 km del recorrido, desde Haa en dirección este hasta Trashigang. 

La ruta brinda la posibilidad de conocer una cultura única, múltiples dialectos, diferentes lugares de culto y una variada fauna y flora, además de campamentos, granjas, hoteles y cocinas únicas. Las vistas panorámicas y las charlas con los lugareños hacen que la experiencia resulte aún más agradable y revitalizante. Se puede recorrer en cualquier época del año, ya que cada estación ofrece una experiencia distinta (téngase en cuenta que durante los meses de invierno nieva, y que el verano es época de monzones y el terreno se embarra y se complica). Es una ruta fácil de visitar, ya que puede recorrerse por tramos, con un punto final claro para cada uno de ellos. Las señalizaciones con códigos QR ofrecen enlaces a textos e ilustraciones de tipo cómic que explican la historia de cada zona.
 

Cuándo ir 

Oct-feb y mar-may 

  • La estación seca es ideal para el senderismo y el excursionismo.
  • Vistas despejadas de las montañas del Himalaya y de las noches estrelladas.
  • En diciembre se celebra el gran Druk Wangyal Festival.
  • Posibilidad de conocer la vida nómada butanesa.
  • En enero y febrero hay menos turismo y gentío.

Mar-may

  • Florecen muchas plantas, incluidos los rododendros y las magnolias.
  • La primavera da paso a la temporada de festivales, incluido el Festival del Rododendro, que se celebra en el Jardín Botánico Lamperi y en Dochula.

Presupuesto diario

  • Tasa de desarrollo sostenible (SDF), que se destina al Consejo de Turismo de Bután: 200 €/persona y día 
  • Tasa única de visado: 40 € 
  • Billete de ida y vuelta en avión a Paro: hasta 1300 €
  • Habitación doble en hotel de precio medio: 85 €
  • Cena en un restaurante local: 12 €
  • Entrada a un museo: 8 €
  • Copa de vino: 11 €
  • Pinta de cerveza: 3 €
  • Cámping de lujo: 250 €/noche 
  • Almuerzo durante la ruta: 10 €/persona

 

Itinerarios perfectos

Itinerario increíble por la Ruta Transbutánica

El itinerario que se describe a continuación debería ser relativamente fácil para las personas que practican ejercicio de forma regular (no supone ningún problema para los senderistas) y moderadamente difícil para aquellas que dan paseos ocasionales con frecuencia. El viajero debe tener en cuenta su estado de forma física y su salud; no se recomienda esta ruta si no se tiene experiencia en senderismo.

Todos los senderistas internacionales deben ir acompañados por un guía.

 

Día 1: Llegada a Paro 

Los vuelos internacionales llegan a Paro desde Katmandú, Nueva Deli, Guwahati, Bagdogra, Daca, Singapur y Bangkok. Antes de pisar Bután, desde la ventanilla del avión de Druk Air, decorado con dragones, ya se divisa la espectacularidad de esta tierra. Al iniciar el descenso por encima de los Himalayas, el viajero disfrutará de uno de los vuelos más impresionantes (y uno de los aterrizajes más espeluznantes) que jamás haya experimentado.

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Torre del centro del Paro Dzong. ©Jonathan Gregson/Lonely Planet

Torre del centro del Paro Dzong. ©Jonathan Gregson/Lonely Planet

El aeropuerto está situado a una altura de 2235 m en un valle espectacular, y nada más desembarcar del avión se siente el aire fresco y limpio de las montañas. El guía turístico dará la bienvenida al viajero y le llevará en coche hasta el hotel. Tras un almuerzo butanés, hay que empezar a aclimatarse a la altitud y para ello conviene dar un paseo sencillo por Paro. El Museo Nacional, que antaño sirvió de atalaya (o ta dzong), se construyó para defender el Rinpung Dzong durante las guerras entre valles del s. XVII. Convertida en museo desde 1967, hoy alberga una fascinante colección de arte, reliquias, pinturas religiosas thangka y los exquisitos sellos postales de Bután. Al lado, en el majestuoso Paro Dzong, se pueden encender las tradicionales lámparas de mantequilla para pedir éxito y seguridad durante la ruta que nos aguarda. 

Mientras el guía relata la historia y la relevancia de este dzong, se admiran las fachadas multicolor, las pequeñas ventanas arqueadas y los tejados inclinados de la típica arquitectura butanesa (algunas escenas de la película Pequeño Buda (1993), una coproducción multinacional, se rodaron en este lugar). El corto paseo de vuelta a Paro pasa por un puente voladizo que ofrece una espléndida y fotogénica vista del dzong y el ta dzong; después se regresa al hotel para cenar. 

 

Día 2: De Tsendona a Damchona
16 km; 7 h; 884 m de desnivel positivo, 319 m de desnivel negativo

Tras un trayecto de 10 min en coche se llega al inicio de la Ruta Transbutánica. Esta parte de la ruta conecta tres aldeas: Tsendona, donde comienza el sendero antes de ascender suavemente entre los arrozales; Dopshari, donde se hace una parada para almorzar; y Damchona, donde se acampa para pasar la noche. A lo largo del camino se admiran las hermosas vistas del valle de Paro y sus puntos de interés, así como Kungkarpo, un enclave sagrado de «entierros celestiales». Hay que estar atento a los ciclistas de montaña, ya que este tramo también es una ruta ciclista, y a los aviones, que sobrevuelan la montaña antes de iniciar el descenso hacia Paro.

Se almuerza en Tshering Farm House, en Dopshari, donde se disfruta de comida butanesa ecológica y tradicional, así como de las bonitas vistas a los arrozales. Después el sendero sube poco a poco entre los pinos en dirección al campamento de Damchona, donde las manzanas toman el relevo al arroz como cultivo local y los lugareños crían ganado y caballos. Durante la estación del monzón (jun-ago) es fácil ver personas que buscan setas silvestres. Al llegar al campamento, el viajero recibirá una toalla caliente para limpiarse, seguida de un té caliente y la cena. Al caer la noche, ante el crepitar de la hoguera, el guía y embajador de la ruta contará la historia del sendero.

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Arrozales cerca del templo de Chimi Lhakhang. ©Photo by Apisak Kanjanapusit/Getty Images

Arrozales cerca del templo de Chimi Lhakhang. ©Photo by Apisak Kanjanapusit/Getty Images

 

Día 3:  De Damchona a Tsaluna
17,25 km; 6 h; 770 m de desnivel positivo, 812 m de desnivel negativo

Después de desayunar en el campamento, la ruta continúa desde Damchona hasta la aldea de Tsaluna. El ascenso es gradual y el camino está despejado gracias a las decenas de caballos que la recorren a diario durante la temporada de senderismo. Altos árboles y bosques de coníferas flanquean el camino hasta el puerto de Jela (3528 m), donde se pueden izar lungdhar (banderitas de oración) mientras se reza «Lha-geh lo» («Que los dioses salgan victoriosos»). Tras el puerto de Jela, el sendero desciende suavemente entre rododendros. Transcurridos 2 km se llega a una zona abierta que es ideal para un pícnic, con vistas a Pumola y otras cordilleras, y al siguiente tramo de la ruta. 

Desde este punto se pasa por un asentamiento llamado Jadingkha, y después por arboledas de hermosos pinos y robles hasta llegar a Tsaluna. A lo largo del camino se escuchan los cantos de aves como el faisán monal del Himalaya, el tragopan sátiro, el timalí melero y la abubilla (y también se encuentra algo de barro, porque la cría de ganado es prevalente en esta zona). Al llegar al campamento, rodeado de pinos, al viajero le darán la bienvenida con un té caliente y un tentempié. Con los lugareños podrá probar cómo se le da el tiro con arco (el deporte nacional de Bután) a la antigua usanza, con un arco de bambú. El embajador de la ruta se unirá al grupo en la cena y ofrecerá a los viajeros un sello a modo de validación por haber completado este tramo de la ruta. A continuación, junto a la hoguera, se puede observar al cocinero preparando la cena butanesa (e incluso echarle una mano), que suele incluir arroz rojo, ema datsi (chile con queso), suja (té de mantequilla), momo (empanadas al vapor), fideos de trigo sarraceno y otras delicias. 

 

Día 4: De Tsaluna al Gran Buda Dordenma
19,65 km; 9 h; 1198 m de desnivel positivo, 1313 m de desnivel negativo

Se despierta con el canto de los pájaros en los pinos, y el día empieza con un té caliente en la cama, servido por el equipo de senderismo, antes de recoger y desayunar. Desde el campamento el sendero sube de forma gradual y después desciende por una marcada pendiente bordeada de densos robles. Apenas hay vistas en este tramo de la ruta; solo se escuchan los sonidos de las aves y los arroyos. Tras 3 o 4 h andando se llega a Pumola, donde se puede descansar junto a una enorme estupa. A continuación se asciende por otra pendiente empinada durante 90 min hasta el pico de Pumola, conocido localmente como Thaptsakha, el punto más elevado de la Ruta Transbutánica. A lo largo de este tramo hay vistas sorprendentes de cordilleras, monasterios y del valle de Timbu, que se despliegan a lo largo de una ruta antaño usada por los mensajeros para viajar entre Paro y Timbu (los viajeros más aventureros pueden seguir esa ruta de 48 km por el Druk Path Trek). En la cima de Pumola se almuerza y se hace una ofrenda de incienso a las deidades locales.

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La famosa estatua de Buda de Timbu. ©Chr. Offenberg/Shutterstock

La famosa estatua de Buda de Timbu. ©Chr. Offenberg/Shutterstock

Después de almorzar, el sendero desciende por un paisaje mágico de pastos abiertos donde pastan los yaks. Se para en un campamento de pastores de yaks para conocer la vida nómada de cerca. Al aproximarse al siguiente tramo de la ruta se puede ver de cerca el valle de Timbu y su famosa estatua de Buda. Esta sección termina cerca de este colosal monumento (54 m) y no hay que dejar pasar la oportunidad de fotografiarlo. Después de la caminata, lo mejor es montarse en un coche e ir al hotel a darse una buena ducha caliente. Es buena idea dar el día por terminado; otra opción es salir a explorar a pie la pequeña pero alegre Timbu.

 

Día 5: De Dochula a Simtokha
15 km; 7 h; 986 m de desnivel positivo, 527 m de desnivel negativo

Tras desayunar en el hotel se va en coche de Timbu a Punakha por el puerto de Dochula, de parada obligada para los viajeros. Coloridas banderitas de oración bordean la carretera, con impresionantes vistas panorámicas de los picos nevados de los Himalayas como telón de fondo de 108 chortens (santuarios budistas). Después de tomar unas fotos y escuchar las historias que cuenta el guía, hay que equiparse y prepararse para el último tramo de la Ruta Transbutánica.

Durante la primera hora se camina entre bellos rododendros y enormes falsos abetos, y después se desciende por un bosque de pinos y por varios asentamientos (durante la temporada de cultivo, de mayo a julio, se ve a los agricultores locales trabajar sus campos ecológicos). Se disfruta de un almuerzo por debajo de Hongtsho y de postre se saborean las manzanas de los huertos locales. A medida que se avanza hacia Simtokha, se cruza el mismo río en siete ocasiones. Al final de la excursión, un embajador de la ruta estará esperando al viajero con té, tentempiés y la firma del pasaporte de la ruta que certifica la finalización de este tramo. Tras regresar a Paro en coche, hay que registrarse en Ughyen Farm House, donde se puede disfrutar de un baño de piedras calientes y de la deliciosa comida butanesa local. Un programa cultural con danzas de máscaras, bailes folclóricos tradicionales y una demostración de tiro con arco pone el punto final a un día muy completo.

 

Día 6: Excursión al Nido del Tigre
12 km; 7 h; 800 m de desnivel positivo, 120 m de desnivel negativo

Ningún primer viaje a Bután estaría completo sin una visita al Nido del Tigre. Construido encima de un acantilado a 3000 m sobre el nivel del mar, este extraordinario monasterio es uno de los lugares de culto más memorables del mundo. Los senderistas pueden llegar por un sendero de arcilla natural lo suficientemente ancho para andar con comodidad (en temporada seca suele haber mucho polvo y en temporada de lluvias suele enfangarse mucho, sobre todo en los tramos por los que pasan caballos). 

Tras desayunar un suja (té de mantequilla), se emprende la marcha hasta la granja del «campo base» del Nido del Tigre, donde se pueden usar las instalaciones y comprar bastones de senderismo para la ruta (se pueden alquilar caballos y ponis para quienes no puedan hacer la ruta a pie). Tras un ascenso de 2 h se recomienda parar un rato en la zona de descanso, que cuenta con una cafetería que sirve té y comida, y contemplar las vistas del monasterio. Desde la cafetería hay una pista de ascenso directo que se une al sendero principal al cabo de unos pocos cientos de metros, con lo que se evita tener que retroceder. El sendero principal continúa ascendiendo de forma constante, con algunos atajos (empinados y a menudo resbaladizos) que permiten ganar algo de tiempo. Las vistas del monasterio son excelentes en todo momento.

Acto seguido el sendero se adentra de nuevo por el bosque hasta llegar al sendero transversal, que conduce hacia un ascenso suave. A lo largo del camino se pasa por una zona en la que los grupos más numerosos suelen parar a almorzar, y por el templo en el que nació el antiguo Je Khenpo (lama principal) de la escuela butanesa Drukpa Kagyu de budismo tibetano. Al final se llega al mirador, desde donde se despliega la vista del monasterio del Nido del Tigre. Aunque muchos se paran en este punto para hacer fotografías, el mejor sitio es 50 m más abajo, junto a una rueda de oración.

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Nido del Tigre. ©Apisak Kanjanapusit/Shutterstock

Nido del Tigre. ©Apisak Kanjanapusit/Shutterstock

Se empieza el descenso por las escaleras de hormigón con mucho cuidado, y bien sujetos a la barandilla, ya que un traspiés puede ser fatal. Incluso durante el momento más concurrido del día, de 10.00 a 13.00, cuando las escaleras se llenan de turistas y peregrinos butaneses, hay comportarse con respeto, porque este es un lugar sagrado. Tras perder unos 100 m de altitud, la escalera desemboca en el hueco entre dos acantilados bajo una impresionante cascada. Después de cruzar el puente, se continúa subiendo la escalera de la derecha. Este es el último tramo que asciende (80 m) antes de llegar a nuestro objetivo: la entrada del mismísimo monasterio.

Hay que tener en cuenta que antes de entrar el guía debe autorizar con los guardas la visita del viajero, y que este deberá dejar todas sus pertenencias en las taquillas; no está permitido entrar con teléfonos móviles ni con cámaras. Lo que se ve y se experimenta en el monasterio queda fuera del alcance de este artículo, el competente guía se encargará de relatarlo en directo. Solo revelaremos que mientras uno suda y resolla durante la subida, el Guru Padmasambhava, el santo que fundó este monasterio en el s. VIII, subió a lomos de una tigresa voladora que resultó ser su consorte espiritual y esposa transformada (por eso el lugar se llama Nido del Tigre). Tras visitar el templo, se deshace lo andado para regresar. El almuerzo se toma en la cafetería con vistas del templo y entre el canto de los pájaros.

Después de la caminata se pueden dedicar unas horas a explorar Paro y comprar productos locales como recuerdo de Bután antes de regresar al hotel. Como este será el último día en el país antes de partir, es buena idea disfrutar de un masaje relajante y disfrutar de la noche con comodidad.

 

Día 7: Partida 

Durante el desayuno uno se prepara para despedirse de este lugar tan sorprendente y extraordinario. De camino al aeropuerto es inevitable pensar en todas las personas amables que se han conocido por el camino y los recuerdos que se han creado, que se conservarán para toda la vida. Los butaneses estarán deseando volver a ver al viajero en esta tierra de un encanto infinito. Tashi delek!

 

El autor

‪Galey Tenzin

Como guía turístico desde hace más de una década, y como guía en alemán desde hace más de cinco años, he explorado todos los rincones de mi país, Bután. He participado en la reapertura de la Ruta Transbutánica desde las conversaciones iniciales del proyecto, pasando por la restauración de la ruta, hasta la primera travesía de sus 403 km en casi 60 años. Debo admitir que es realmente uno de los mejores destinos de senderismo que existen, que permite revitalizarse y reconectar con la naturaleza. Instagram: @galey_tenzin

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