La Paz, Best in Travel 2018
Una visita a La Paz, Bolivia, es una gran aventura desde el mismo momento en el que el avión aterriza en el aeropuerto internacional El Alto, el más elevado del mundo. Tal es su altitud que los aviones no pueden aterrizar (ni despegar) de la forma habitual.
A 4000 m de altura hay menos oxígeno, y los motores del avión son menos eficientes. Por ello los aviones tienen que rodar por la pista durante más tiempo para ganar más velocidad; y también deben aterrizar a mayor velocidad. Esto es algo que impresiona y hace que uno se agarre fuerte al asiento, ya que se va a más rápido de lo habitual, y se trata de una de las pistas más largas del mundo.
Aterriza (y despega) como puedas
Es una buena introducción a La Paz, una ciudad repleta de emociones y sorpresas para quien la visita por primera vez. Ya sea descendiendo en bicicleta por la Carretera de la Muerte bien aferrado al manillar, o viendo los fetos secos de llama en el Mercado de las Brujas, La Paz es sinónimo de aventura. Aquí van un puñado de ideas para disfrutar las experiencias más representativas de Chuqi Yapu Marka (el nombre aimara, la lengua nativa, de La Paz).
Comprar serpientes en el Mercado de las Brujas
A una manzana de distancia, el Mercado de las Brujas (o Mercado de Hechicería) parece un mercado boliviano como cualquier otro. Pero cuando uno se aproxima a los puestos de venta, al aire libre, se da cuenta de que se venden productos muy raros; allí donde espera encontrar patatas, hay fetos secos de llama; en lugar de las hierbas aromáticas que se usan para cocinar, hay pócimas afrodisíacas embotelladas y pociones que garantizan belleza y fertilidad; y, además de los vendedores típicos, se pueden ver hechiceros ofreciendo hechizos o adivinando el futuro.
Bienvenidos a Cerro Cumbre, un claro de montaña que los nativos aimara consideran territorio sagrado. Muchos de los productos del Mercado de las Brujas tienen relación con la tradición aimara de ofrecer sacrificios a Pachamama (la madre Tierra) a cambio de salud, felicidad y prosperidad. Un sacrificio o un conjuro también puede tener un objetivo más concreto: los clientes del mercado pueden ir en busca de la solución para recomponer un matrimonio en crisis, curar una enfermedad o mejorar en los estudios. ¿Y esto que tiene que ver con los fetos de llama y las tortugas secas?, se preguntará el viajero. Son ofrendas asequibles para Pachamama. Los bolivianos más ricos pueden sacrificar una llama viva, pero para el resto el Mercado de las Brujas ofrece recursos más prácticos.
Desafiar la Ley de la Gravedad con el ‘metro del cielo’
Para los que no tienen miedo de las alturas, La Paz cuenta con el teleférico más elevado (y más largo) del mundo. Lo llaman ‘el metro del cielo’, y es un sistema de transporte entre las abarrotadas zonas metropolitanas de La Paz y el vecino El Alto. Este tranvía aéreo, inaugurado en el 2014, es bastante nuevo y, por ahora, solo funcionan cuatro líneas de las 11 planeadas inicialmente.
Un trayecto en Mi Teleférico es muy emocionante –y ofrece amplias vistas de la ciudad– y también una solución segura y práctica para los miles de pasajeros suburbanos que lo usan cada hora. Los paceños pueden olvidarse de los atascos: a bordo de estas cabinas a gran altitud, un trayecto que antes solía durar una hora ahora dura solo 10 minutos.
Ver flamencos de James, Bolivia
Aventurarse por la carretera más peligrosa del mundo
¿Qué será más emocionante, aventurarse en la selva amazónica o recorrer la peligrosa carretera que conduce hacia ella? En este caso, tanto el viaje como el destino lo son. El Camino de la Muerte (o la Carretera de la Muerte) es el apropiado apodo de la carretera Yungas de Bolivia, una vía estrecha y sinuosa entre La Paz y la ciudad de Coroico, puerta de entrada a la selva amazónica. Apenas hay guardarraíles, y los desprendimientos de rocas son habituales. Para complicarlo todo un poco más, durante la temporada de lluvias la carretera se llena de barro; y en verano la falta de lluvia la convierte en una ruta muy polvorienta, lo cual limita la visibilidad y la tracción. Hasta que se construyó una carretera alternativa hace poco, unas 300 personas morían cada año en esta carretera a causa de caídas y otros accidentes.
Los amantes de las emociones fuertes pueden disfrutar recorriendo la llamada ‘carretera más peligrosa del mundo’ de una forma bastante segura con un circuito guiado en bicicleta de montaña con el operador local Gravity Assisted Mountain Biking.
Aventurarse con los tentempiés callejeros
Siendo claros, hay que admitir que comer en los puestos callejeros en cualquier parte del mundo es toda una aventura y entraña sus riesgos; y en Bolivia esto es algo muy cierto, con ‘exquisiteces’ locales que incluyen el anticucho (corazón de vaca o cordero a la parrilla) y la tripa (intestino de vaca frito). Los más aprensivos pueden probar el api (una bebida de maíz morado, canela, agua y azúcar) para desayunar. Si un contundente batido de maíz no parece la mejor forma de empezar el día, puede probarse en cualquier otro momento, a muchos viajeros les encanta.
La norma básica es acudir a los puestos donde haya más cola: si la comida que ofrecen es popular entre los lugareños y hay muchos productos, lo más probable es que no entrañe ‘peligro’ alguno para el estómago.
Ver a las luchadoras bolivianas en acción
Ver a dos luchadoras enfrentándose en un ring no es algo que pase cada día; sobre todo si van vestidas de luchadoras bolivianas tradicionales, cuyas faldas con volantes y largas trenzas vuelan a su alrededor mientras se placan, dan bandazos, saltan, se estrangulan y se golpean ante el delirio de un público muy ruidoso.
Este espectáculo único muestra la atlética destreza (y teatralidad) de las cholitas –o mujeres indígenas–, vestidas a todo color. ‘Cholita’ era un término peyorativo que las mujeres hoy reclaman y redefinen a medida que las normas culturales y los roles de género van cambiando poco a poco en Bolivia. Los combates, populares entre lugareños y turistas, tienen lugar las tardes de los domingos en locales de El Alto.
Para algunos, es simple entretenimiento: la lucha libre boliviana sigue el ejemplo de la lucha libre mexicana y de las payasadas del WWE. Para otros es una declaración feminista, una prueba de que las mujeres pueden luchar y de que lucharán; un mensaje poderoso en un país que tiene la mayor tasa de violencia machista de Latinoamérica, según un informe del 2013 de la Organización Panamericana de la Salud. Sea cual sea el caso, las cholitas ofrecen un espectáculo que cautiva, y asistir a un combate es una experiencia que no se olvida.