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Habitada ininterrumpidamente desde hace 8000 años, esta ciudadela, situada a 32 m de altitud y recientemente ha sido declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, es el corazón y el alma de la bulliciosa capital kurda y su tesoro histórico más preciado. Muchas de sus encantadoras callejuelas y casas tradicionales en patios están en proceso de restauración desde el 2007. Las familias que vivían en la ciudadela fueron realojadas, aunque al menos se dejó una para que perdure el supuesto récord.