Pese a su formalidad, el Civic Center es práctico e innovador. El Ayuntamiento impulsó los derechos de los gais y proyectos ecológicos, y las instituciones artísticas garantizan que a la ciudad nunca le falte la inspiración. Al oeste está Hayes Valley, donde el jazz acompaña a los skaters, los escaparates victorianos muestran a insolentes diseñadores y grupos creativos socializan en contenedores de barcos.
Tras visitar farm:table, la histórica línea F del tranvía lleva hasta el Asian Art Museum, donde se cubre la Ruta de la Seda en 1 h, desde miniaturas persas a botellas chinas de rapé. Al otro lado de la plaza, en el Ayuntamiento hicieron historia sentadas e iniciativas en favor del matrimonio gay y “cero residuos”.
A las tiendas de Hayes St les siguen las fabulosas ensaladas de Souvla y Blue Bottle Coffee. En Isotope se pueden hojear cómics, en Nancy Boy humedecer la piel con la niebla, y en Paloma probarse ropa con la historia de la ciudad.
Se pone rumbo al bar pirata Smuggler’s Cove, luego cena en Rich Table y entrada triunfal en la San Francisco Symphony, la San Francisco Opera o SFJAZZ. La velada puede acabar de forma comprometida en Hemlock Tavern.