No cabe duda de que Ghana tiene ritmo.
La música tradicional tiene aquí menos arraigo que en países como Burkina Faso; suele reservarse para ocasiones señaladas y se la asocia con la realeza. La música contemporánea, por el contrario, es cada día más popular. El highlife, una mezcla de jazz estilo big-band, himnos cristianos, bandas de música y canciones marineras, llegó a Ghana en la década de 1920.
La II Guerra Mundial trajo el swing de EE UU a las costas de Ghana, dando lugar a la primera fusión de música occidental y africana. El hiplife, un híbrido de letras rítmicas africanas con los sones importados del hip-hop estadounidense, impera en el país desde principios de la década de 1990.
El hip-hop y la música nigeriana se disputan el segundo puesto después del highlife. El góspel también goza de mucha aceptación, igual que el reggae.
Las salsas abrasadoras y las sopas son el pilar de la cocina ghanesa y suelen servirse con algún alimento feculento como arroz, fufu (puré de mandioca, plátano o ñame) o banku (maíz fermentado).
Hay otras cocinas fáciles de encontrar en el país, sobre todo india y china. La cambiante oferta culinaria de Accra incluye de todo, desde sushi de talla mundial hasta hamburguesas gourmet.
El plato más común, y que hace entrar en calor, es el guiso de cacahuetes, que lleva pasta de cacahuete, jengibre y carne o pescado. La sopa de nuez de palma (con tomates, jengibre, ajo y guindilla, además de nuez de palma) debe su color brillante al aceite de palma. El arroz jollof es un plato picante cocinado con tomates y cebolla y casi siempre servido con carne. El redred es un guiso de judías servido habitualmente con plátano macho frito.