La visita arranca con el Museo Picasso, donde también se puede desayunar, seguido, quizá tras un aperitivo en El Pimpi, del teatro romano, enfrente.
Una buena opción para comer pescaíto es Los Hidalgos, y para el café, un clásico como Puerta Oscura. La tarde se invierte en las colecciones del Museo de Málaga, en el impresionante edificio de la Aduana.
Tras un paseo por la calle Granada, toca cenar en plan malagueño en La Cosmopolita y después asistir a un espectáculo en el coqueto teatro Cervantes. Si aún quedan fuerzas, en la plaza de la Merced hay varias terrazas, como la del Café Calle de Bruselas.