Los cuatro primeros días se reservan para Jerusalén y alrededores, con un par de jornadas por los callejones del casco antiguo, el Muro de las Lamentaciones y la adyacente Explanada de las Mezquitas/Al-Haram ash-Sharif, y la Vía Dolorosa hasta la iglesia del Santo Sepulcro. Se toman el bañador y las botas para una excursión de un día al Mar Muerto y la fortaleza de Masada. Después, se invierte tres días en el Mediterráneo por la zona de Tel Aviv, que darán para paseos, rutas en bicicleta, playa, buenas comidas y estampas de la zona. Luego, se sube por la costa, vía la romana Cesarea, hasta Haifa, donde se disfruta de las vistas desde lo alto del monte Carmelo y los Jardines Bahaíes, antes de hacer una excursión de un día a la ciudad amurallada de Acre (Akko) y las grutas de Rosh HaNikra. Tras otra jornada en Nazaret, con una cena “de fusión” que dejará un hormigueo en la lengua, se va a Tiberíades a pasar el día por las históricas orillas del mar de Galilea. De vuelta a Jerusalén, se aconseja parar en las ruinas romanas de Beit She’an.
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