Si el viajero desea ir por carreteras secundarias, ensuciarse, fascinarse y casi perderse, este plan de cuatro semanas resultará ideal. Siguiendo la carretera Austral, la ruta explora ramales pocos conocidos y deja tiempo para caminar. El verano, con mejores conexiones y tiempo cálido, es la época ideal.
Hay que salir de Puerto Montt o Puerto Varas con dirección al valle del Cochamó o al del río Puelo, donde es posible hacer excursiones a pie o a caballo, acampar o dormir en alojamientos remotos. Desde Puerto Montt se toma un ferri hasta el Parque Pumalín para recorrer bosques antiguos y subir al cráter del volcán Chaitén. Se toma la carretera Austral hasta Futaleufú, con impresionantes vistas de la campiña y las aguas bravas del río. Después se puede uno remojar en las fuentes termales próximas a Puyuhuapi o acampar bajo el glaciar colgante del Parque Nacional Queulat.
Coyhaique es el siguiente centro importante. Tras hacer la conexión a Chile Chico, en el enorme lago General Carrera, hay que cruzar la frontera hasta Los Antiguos y recorrer la clásica ruta 40 argentina hasta El Chaltén para hacer excursiones en torno al cerro Fitz Roy. Conviene reservar dos días para visitar El Calafate, dedicando uno de ellos al glaciar Perito Moreno, en el Parque Nacional Los Glaciares. Allí hay que atracarse de bistecs gigantes y botellas de malbec. Desde El Calafate es fácil ir en autobús al Parque Nacional Torres del Paine pasando por Puerto Natales. Cabe hacer una excursión por la ruta “W” u optar por el circuito completo de una semana, y regresar a Natales para mimarse con cerveza artesanal, jacuzzi y pizza. Si hay tiempo, se puede volver a Puerto Montt en el ferri Navimag.
Otra ruta alternativa sería saltarse Chile Chico y seguir la carretera Austral hasta su final meridional, Villa O’Higgins, para relajarse, pescar y caminar. Desde allí, una combinación de barco/caminata cruza la frontera hasta El Chaltén, donde se puede retomar el itinerario con una semana de retraso.