El Desierto Occidental ofrece una maravillosa combinación de oasis, paisajes y monumentos. No hay otro lugar tan apacible en Egipto como sus oasis.
Se empieza tomando un autobús desde El Cairo o Asiut al oasis de Al Kharga, para visitar el Museo de Antigüedades de Al Kharga y las tumbas y templos grecorromanos.
Desde Al Kharga se va al noroeste, al oasis de Dakhla, a ver los asentamientos de barro cocido de Balat u Al Qasr, que parecen colmenas. A continuación, hay que dirigirse al norte hacia el pequeño y pintoresco oasis de Farafra. Desde allí se disfruta de una ruta de dos o tres días en el Parque Nacional del Desierto Blanco, y después se visita el oasis más próximo a El Cairo, Bahariya.
Actualmente la carretera del desierto de Bahariya al oasis de Siwa está cerrada y hay que tomar un largo desvío vía El Cairo. Pero merece la pena. Encaramado en el borde del Gran Mar de Arena, y rodeado de majestuoso desierto, Siwa es famoso por sus dátiles y por ser el lugar del oráculo donde Alejandro Magno fue declarado hijo del dios Amón.